Desde mi más tierna infancia, siempre he sentido que Dios me regaló el don de ver. Nací en una familia sencilla, donde a veces un plato de frijoles era nuestro festín, pero una cámara siempre estaba al alcance de mi mano. Soy una fiel representante de la generación milenial, y tuve la fortuna de experimentar con los carretes fotográficos limitados a doce disparos, cada uno más valioso que el anterior, ya que obtener un nuevo carrete o revelar las fotos era un lujo.
A la tierna edad de 12 años, fui la fotógrafa oficial de las bodas de mis hermanos. A veces tenían sus dudas, pero siempre creyeron en mí. Desde entonces, no recuerdo celebración alguna sin una cámara en mis manos. Descubrí que la falta de luz puede dejarte con una foto en la que apenas te reconoces, y que un mal agarre puede resultar en un montón de fotos con dedos en el encuadre.
Después de muchos intentos fallidos, finalmente comprendí la importancia de tener el objetivo en el centro de mi trabajo. Me di cuenta de que necesitaba los marcos adecuados para contar una historia de manera efectiva. Entendí que la luz es la mejor aliada de los amantes de las imágenes, ya que ilumina y destaca los detalles que queremos resaltar.
Además, descubrí que no hay nada de malo en mezclar colores intensos. De hecho, estos colores pueden aportar vitalidad y dinamismo a nuestras creaciones visuales. Aprendí a jugar con ellos para crear contrastes y armonías que capturen la atención del espectador y transmitan emociones de manera poderosa.
Finalmente, las sombras dejaron de ser mis enemigas y se convirtieron en mis amigas. Aprendí a usarlas para añadir profundidad y dimensión a mis imágenes, creando un equilibrio entre luz y oscuridad que enriquece la narrativa visual. Así, a través de errores y aprendizajes, fui perfeccionando mi arte y desarrollando una visión más clara y completa de lo que quiero expresar con mis imágenes.
En esta rincón de mi blog, compartiré no solo técnicas y consejos, sino también las historias y lecciones que me enseñaron a amar este arte. La fotografía es más que capturar imágenes; es narrar historias, expresar emociones y preservar recuerdos que perdurarán toda la vida.
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